06 diciembre 2008

YAZIRAT- AL – ANDALUS

atlantida

 

"Ver el cielo con los pies bien puestos en la Tierra". Esta frase de nuestro estimado amigo Belduque resume en tan pocas palabras cuál debe ser nuestra actitud, no sólo con cuanto viene de los cielos o pueda estar por esos lares, sino que debe ser nuestra postura, tambien, ante los mitos, leyendas y todo aquéllo que presentamos como perteneciente al mundo del Misterio.

Yo acepto y respeto cuanto sobre la Antiguedad nos dicen los historiadores y arqueólogos, aunque no considero dogmático nada, pues la Historia nos muestra errores que han tenido que ser corregidos en más de una ocasión, sobre hechos que resultaron haber sucedido de muy diferente forma a como se había supuesto.

Dejando claro, pues, ese respeto y aceptación, aunque con reservas, yo quiero, teniendo siempre presente esa máxima del amigo Belduque, sin embargo asomarme y jugar un poco con el misterio, elucubrando como siempre hago, mezclando realidad y ficción, sin querer por tanto buscar que quien me lea llegue a creerme totalmente. Sólo pretendo jugar con el pasado para poder entender el futuro.

Hemos hablado mucho y en numerosas ocasiones sobre el ¿mito? platónico de la Atlántida, y quiero volver sobre ese asunto, pues tengo algo parecido a una obsesión con los temas de la Antiguedad.

Para quien cree en la pasada existencia de ese continente-isla, o lo que fuese, no habrá problema alguno. En cuanto a escépticos y similares, es mejor que lo tomen como una fantasía, pues mucho de fantasía habrá en estos relatos. Y así todos contentos, pero sobre todo lo que yo busco en realidad: entretenidos.

Es innegable que el mito de cataclismos con grandes inundaciones y territorios sumergidos lo encontramos en prácticamente todas las culturas e incluso en algunas religiones, y nos hace pensar seriamente en la posibilidad de que haya existido algo, como un gran drama que afectó directamente a una gran civilización de manera directa, e indirectamente al resto de los habitantes del planeta.

No sé si lo referente a la Atlántida se mezcla con los relatos del Diluvio, pues hay quien considera ambos sucesos contemporáneos, pero constantemente encontramos referencias a cataclismos en los que el agua tuvo mucho que ver.

"Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos cielos y también una Tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la Palabra de Dios, y que, por ésto, el mundo de entonces pereció inundado por las aguas del Diluvio y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma Palabra, están reservados para el fuego y guardados hasta el día del Juicio y de la destrucción de los impíos" (2Pe 3, 5-7).

Hay quien afirma que evolucionamos cuando nos enfrentamos a nuestros mitos para destruirlos, pero yo no estoy en absoluto de acuerdo con esa postura. Los mitos casi siempre tienen una base de realidad. Es peligroso dedicarse a destruirlos. Se apoyan en hechos ciertos, (en éso se diferencian de las leyendas) e incluso ocurre que con frecuencia tomamos como mitos hechos reales y tomamos como hechos reales sucesos que, en realidad, nunca sucedieron. El problema estriba en establecer qué relatos son ficción y qué relatos o tradiciones no lo son.

Un pensador griego, de nombre Evémero, que vivió allá por el siglo IV a. de C., afirmaba que la mitología no era más que la transposición de los hechos históricos y costumbres, donde los nombres de los dioses, héroes y lugares representan o son personalizaciones de pueblos y tierras, con expresión de sus disputas y peleas, que serían en realidad guerras entre esos pueblos.

Hay pues mucho de personificación e idealización, (incluso de deificación de personas) de hechos ocurridos, que adquieren así más fuerza, sin olvidar el efecto moralizante que se busca, también, en muchas ocasiones. También existe la apropiación y adaptación de hechos o tradiciones de algunas culturas que se adoptan como propias, modificándolas "al gusto del consumidor", como sucede con los relatos bíblicos.

Sobre la Atlántida se han escrito miles de relatos, se han hecho todo tipo de elucubraciones, disputas más o menos acaloradas, e incluso se han buscado sus restos, a veces de manera obsesiva, sin que hasta el momento se haya encontrado nada que confirme si tal continente-isla existió y albergó una avanzada civilización. ¿No se ha encontrado nada realmente?. Veremos que tal vez sí.

Yo personalmente creo que existió tal civilización atlante, y creo, como ya he dicho en anteriores ocasiones que estaba situada en las inmediaciones del Estrecho de Gibraltar, siendo sus territorios y colonias la zona norte de Marruecos, así como lo que llegó a conocerse como Al Andalus, que ocupaba gran parte de la Península Ibérica, sobre todo en la parte sur o actual Andalucía. Al Andalus sería en realidad "Yazirat-al-Andalus" que, según los entendidos, significa en árabe "Isla de Atlantis", o "Isla Atlántida".

Muchos estudiosos defienden esta identificación de la Atlántida. De ser así, la Atlántida no desapareció, (sí algunas islas) y muchos estaríamos viviendo en sus territorios.

En la mente de todos nosotros se halla grabada intensamente la idea de una civilización que desapareció debido a la ira de los dioses, que castigaron duramente el pecado que cometieron, pues no cumplieron la promesa que habían hecho de no atacar a otros pueblos, dado su grado de evolución y de riqueza. Pero esa riqueza fue a menos al pasar el tiempo, y los pueblos que componían esa civilización se extendieron desde Occidente hasta Oriente, colonizando y esclavizando a los pueblos que encontraban en su camino.

Su castigo fue desaparecer de forma violenta, a causa de un cataclismo que la destruyó casi por completo, quedando los supervivientes debilitados, dejando de ser un gran imperio y absorbidos por otros pueblos o civilizaciones.

Estamos hablando de Iberia, actual España y Portugal, conocida como Atlantis Nhsos o Atlántida, que a finales de la Edad del Bronce (1500 a.C) sufrió un terrible cataclismo, que generó un violento Tsunami que barrió e hizo desaparecer parte de su territorio constituído éste por la Península Ibérica, el Noroeste de Marruecos, (éste como colonia), las Islas Madeira y las Islas Canarias, así como una serie de islas existentes en el Piélago Atlántico, (Golfo de Cádiz) cercanas a las Columnas de Hércules. Estas islas desaparecieron bajo las aguas para siempre, recibiendo una de éllas el nombre de Andalus o Atlantis, la ciudad cubierta de latón dorado u oricalco.

Esta isla era muy fangosa o limosa, al igual que la zona de Huelva, Cádiz, San Fernando, Puerto de Santa María, y toda la zona que se extiende hasta el Peñón de Gibraltar, conocida esta zona como Gadeira.

Gadeira era una de las diez partes o distritos (una parte por cada rey) en que fue dividida Atlantis.

Gadeira significa "cabo o punta" de la Isla o Península de Atlantis, pues Iberia era conocida como Isla o como Península, indistintamente.

Esta zona ha sido muy castigada por terremotos y Tsunamis, y el último de éllos sucedió en 1755, que modificó la costa occidental de Andalucía y Portugal, y matando a más de 70.000 personas, afectando a todo el planeta.

La colonia atlante constituída por el Noroeste de Marruecos estaba gobernada por el Rey Amphêres (que significa "el que se ocupa de los dos lados"), pues gobernaba también en la parte del Sur de Atlantis desde el Estrecho hasta Granada y Almería.

Desde Almería subiendo hasta el río Ebro desde Murcia, gobernaba Sico o Sicano, también llamado Azaês, incluyendo en sus dominios las colonias de las Baleares.

Desde las columnas de Hércules hasta la Baética o Tartessia gobernaba Gadeiros, subiendo su territorio hasta el centro de Iberia. La zona Sur de Portugal, hasta las Islas Madeira y las Islas Canarias estaba gobernada por el rey Eudalmona.

Este es el verdadero emplazamiento de La Atlántida, que hemos tenido siempre delante de los ojos, y nunca hemos sabido ver, debido sobre todo a una enorme cantidad de errores de traducción y de datación (y mucha cerrazón mental) que se han venido cometiendo a lo largo del tiempo, sobre los relatos escritos por Platón, que hicieron que la imaginación se desbordase en muchas ocasiones, o que se considerase todo un mito sin fundamento por parte de muchos historiadores, que han venido negando sistemáticamente la existencia de esta Isla-Continente, que no fue tal continente, sino la Península que hoy conforma España y Portugal y sus islas.

Georgeos Díaz Montexano es un conocido, (aunque por muchos no reconocido) gran investigador de este tema, tema que ahora parece salir del mito o la leyenda, para entrar de lleno en la Historia, mal que les pese a algunos que siguen con su cerrazón mental de no aceptar los hechos.

Lleva varios años realizando expediciones e investigaciones submarinas, y ha encontrado muchos restos que confirman cuanto afirma sobre esta civilización y su ubicación.

Ahora parece existir un amplio consenso en aceptar esta ubicación de la Atlántida, y situarla donde Platón dijo que estaba, y no donde pretenden ubicarla muchos investigadores: En las inmediaciones de las Columnas de Hércules, (Estrecho de Gibraltar), y no en ningún otro lugar.

La Atlantida se identifica, también, con el pueblo de los tartesios, de quienes se dicen que poseyeron la civilización más evolucionada del antiguo Occidente, y que ocupó los mismos territorios que los atlantes. ¿Eran el mismo pueblo?.

Se puede decir que la civilización del planeta Tierra nació en Iberia (actual España y Portugal) y se expandió a lo largo del resto del mundo.

Atlas=Antales=Andalas=Andalus=Andalucía era conocida por los habitantes de Sudamérica, que le llamaban AZTHLAN, situada para éllos al otro lado de su océano oriental. Los sacerdotes de las civilizaciones mayas debían venir a "ordenarse" o "consagrarse" en Iberia, en su capital la Isla Atlantis, la de las puertas de plata, cubierta de latón dorado.

Los egipcios procedían también de nuestra Iberia, habiéndose separado de Atlantis hacía unos 3.500 años.

Conocían su historia por haberla copiado de las Columnas de Hércules, o Columnas de la TIERRA SERIADI=TIERRA SEPHARDI=SEPHARAD=ESPAÑA.

Decían los egipcios: "Nuestros padres eran seres extranjeros, venidos de muy lejos, ellos nos trajeron un gran tesoro, el legado de la sabiduría, con la escritura, el cultivo y la construcción...". De los atlantes se dice que medían más de dos metros, por lo que se les consideraba como "gigantes", y con el tiempo emigraron hacia Europa y Escandinavia. Los constructores de megalitos como Stonehenge y Carnac fueron un pueblo originario de Iberia, atlantes o tartesios.

Expertos artífices de joyas en oro, plata y esmaltes coloreados en barazaletes y collares, fueron hábiles constructores y su cultura era tremendamente avanzada.

Por aquellos tiempos, Iberia, en su parte suroeste, sufría de grandes y frecuentes inundaciones, lo que aparece registrado en un texto de Estrabón sobre los Lusitanos, de quienes dice que: "Hasta el tiempo de Bruto usaban barcos de piel a causa de las inundaciones y pantanos, así como también piraguas, pero actualmente son raros". (TEXTO DE ESTRABON). La expedición organizada por Georgeos Díaz Montexano ha encontrado en los lugares que habían sido señalados por él restos arqueológicos que confirman cuanto ha afirmado, aunque prefiere ser prudente y esperar antes de establecer el origen definitivo de esos hallazgos, pues también podrían ser restos tartésicos.

Grandes monolitos, los adoquines y bloques usados en la construcción, los tramos de murallas circulares, canales tallados en la roca, pozos y cavidades circulares realizados con una alta precisión, como si hubiesen sido utilizados abrasivos químicos y taladros, objetos metálicos de "oricalco", etc.

No ha sido esta la única expedición que ha hallado restos de la posible Atlantis, sino que otros investigadores también los han hallado, y también en los lugares indicados por las crónicas de la Antiguedad.

En 1980 GEIFO, nuestro Grupo, se vio envuelto en una investigación en la que los soviéticos, quienes parececían estar realizando labores de espionaje en el Estrecho, y así lo denunciamos a la Armada, se defendían diciendo que estaban buscando los restos de la Atlántida en la zona, utilizando vehículos oruga submarinos.

En cuanto a rastros físicos, es decir, descendientes de los atlantes, en Iberia tenemos a los vascos que son los supervivientes de la destrucción de la zona atlante, y su idioma, el Euskera, es el que presumiblemente usaban los atlantes. Este idioma posee los dos fonemas y palabras más antiguas que se pueden encontrar en una lengua, y que son HAXTA= Hacha y AMA=Madre. Se considera como la lengua base del castellano.

El euskera es el último vestigio vivo de la lengua atlante, de la cual derivaron la lengua ibera, las lenguas romances, el griego, la indoirania e indoeuropeas. El euskera también fue el origen de las lenguas precolombinas aztecas y mayas. En los tiempos de los conquistadores, los misioneros vascos no tenían problemas de comunicación con los indios.

En 1998 se descubrió en Gran Bretaña el sarcófago de la primera pobladora de esa tierra y que demostró, con su ADN que es de origen vasco.

La identificación Atlántida-Tartessos, parece ser bastante factible.

En la Antiguedad todos buscaban esta zona del Sur de Iberia, llamada "El Jardín de las Hespérides", navegando hasta el confín de Occidente, rumbo a Venus, también llamado Vesper, Hesper y Tarte.Tartessos significaría "País de Tarte", y Hespérides sería "Hijas del Atardecer", o del Ocaso, por donde se pone el sol, es decir por Occidente. Los padres de las Hespérides eran Atlas y Hesperis y tenían unas voces que encantaban de tal forma a quien las oía que llegaba a enloquecer. Esto a mi me recuerda el episodio de Ulises y las sirenas, en la "Odisea" de Homero, recurriendo éste a una estratagema para evitar la muerte a pesar de oirlas, taponando los oídos de sus hombres y pidiendo que lo amarrasen a él al palo de su barco y de que no lo soltasen aunque lo pidiese desesperadamente.

La genealogía tartésica coincide con la atlante, empezando con Grisaor, que nació al salir la sangre de la Gorgona Medusa, al ser ésta decapitada por Perseo.

Este Grisaor se casó con la hija de Océano, teniendo como descendencia a Gerión, (el de los tres cuerpos).

Gerión tuvo una hija de nombre Eritrea, que tuvo a Nórax de su unión con Hermes.

Otra hija de Gerión nació de sus amoríos secretos con la mujer del pastor Evenor, y fue llamada Clito, de la que se enamoró Poseidón. De su matrimonio nacieron cinco parejas de mellizos, lo cual es sorprendente. El primogénito de los hijos de Poseidón, llamado Atlante reclamó el TRONO DE TARTESSOS, en disputa abierta con su hermano Nórax. Por tanto Tartessos se puede identificar con esta civilización atlante.Atlas y sus hermanos atlantes consiguieron transformar su reino en un imperio muy rico y poderoso, inexpugnable y envidia de todas las naciones. Tenían subterráneos, puentes, murallas y canales que protegían en unos casos o facilitaban el comercio en otros, y una flota muy eficaz.

Este reino atlante era muy rico en metales (oro, cobre, estaño, plata, hierro, oricalco, que era una aleación natural que brillaba como el fuego) y en flora y fauna.

El templo de Poseidón era enteramente de plata y sus pináculos de oro. En el interior estaba la estatua de oro del dios tan alta que su cabeza tocaba el techo del templo, subido en un carro tirado por seis caballos. En torno a esta estatua había cien nereidas cabalgando en delfines y las estatuas de oro de los diez reyes de Atlántida y de sus esposas.

Tenían fuentes de agua fría y caliente, jardines y piscinas, algunas bajo techo para ser utilizadas en invierno.

Tenían pistas para carreras de caballos y para diferentes ejercicios, y puertos donde arribaban las trirremes.

Todos los años los reyes se reunían y celebraban una fiesta o ritual con la caza de un toro, que era degollado finalmente y todos bebían su sangre. Estos rituales taurinos, así como fiestas como el "salto al trascuerno" (un hombre o mujer desnudo, corre hacia un toro y, agarrándose a sus cuernos salta volteando sobre él, dandose la vuelta en el aire al completo y cayendo por la parte de atrás del animal), serían los antecedentes de las corridas de toros actuales y otras fiestas taurinas españolas. Hoy el "Salto al Trascuerno" todavía se realiza en algunas ocasiones, aunque el salto se realiza sobre el toro, pero sin voltear el cuerpo.

Los ropajes de los atlantes eran de color azul, y eran tan altos, (2 y 3 mts. de alto), que se podían considerar como gigantes. Algunos esqueletos de niños y adultos de gran estatura se han encontrado de aquella época.

Se especula que los atlantes llegaron a reproducirse de tal forma que llegaron a ser 60 millones de personas.

Algunos investigadores estudiosos de esta civilización creen que algunos monumentos y objetos atribuidos a otros pueblos eran atlantes, como el acueducto de Segovia y los toros de Guisando, (en Avila), que tuve la fortuna de visitar hace algunos años, y que se encuentran justamente marcando el centro de la Península Ibérica, y mirando hacia Poniente, indicando el punto por donde se pone el Sol en invierno.

De igual forma se atribuye a los atlantes la figura de la Dama de Elche.

Donde existe mayor disparidad de opiniones sobre la Atlántida es a la hora de situar su capital, aunque la mayoría la sitúan en una isla fluvial, en la antigua desembocadura del río Tartessos, actual Guadalquivir. Una gran parte de los investigadores, arqueólogos, historiadores, etc. sitúan la capital tartésica y por tanto atlante, (admitiendo que ambas culturas sean la misma) en la desembocadura del río Guadalquivir, antiguo río Tartessos, aunque Georgeos Díaz Montexano la sitúa en la ahora sumergida Isla Espartel, o Banco Majuán, enfrente del cabo del mismo nombre, aunque sin descartar otras posibilidades. Georgeos es partidario de seguir las indicaciones de Platón de la manera más exacta posible, cosa que considero lógica, pues lo contrario lleva a algunos a situar la Atlántida en cualquier lugar menos donde debe ser situada: Junto a las Columnas de Hércules.

Restos antiguos han aparecido en variados lugares, de una antiguedad coincidente con la de aquella civilización, que unos le asignan unos 8.000 a 9.000 años, y otros, entre éllos Georgeos, sitúan (su final) hacia el 1600 a.C., aproximadamente, ya finalizando la Edad del Bronce, pues lo 9.000 años del relato de Platón deben entenderse como 9.000 meses, que es como realizaban los egipcios su cómputo del tiempo.

Los que sitúan la capital en la desembocadura del Guadalquivir, creen que pudo estar en una de las islas fluviales que existían entonces, época en que este río desembocaba en dos brazos, con una corriente de agua mucho más fuerte que la de ahora, y con una sedimentación intensa, que pudo, finalmente, cegar uno de los brazos y quedando en la configuración actual.

Huellas de esta época, insisto, aparecen en varios lugares, aunque no en cantidad suficiente como para ubicar la capital tartessa o atlánte en esos lugares, pero sí para certificar la existencia real de esta civilización.

Y en lo que se refiere al río Guadalquivir, antes Betis y Tratessos, sus riberas estaban densamente pobladas, lo mismo que sucede ahora.

En los clásicos leemos: "Junto al Betis habitan muchos, y se sube por él unos 1.200 estadios desde el Océano hasta Corduba y la región que está algo más arriba, y las riberas y las isletas en el río están bien cultivadas.

Hay que añadir también lo bonito del paisaje, teniendo la región bosques y plantaciones. Hasta Hispalis suben grandes barcos de carga casi por unos 500 estadios llegándose hasta las ciudades que están más arriba e Ilipa con barcos más pequeños y hasta Corduba con barcas de río (...). Paralelas con el río, por el lado Norte, corren unas sierras llenas de metales, que se acercan al río más o menos.

Hay mucha plata en la región de Ilipa y de Sisapo, la Vieja y la Nueva. En los Kotinai se cría cobre y oro.

Estas sierras están a la izquierda para los que suben por el río (...). Las regiones con minas se comprende que son ásperas y tristes". (ESTRABON DE AMASIA. GEOGRAPHICA, Libro III).

En mis correrías por la provincia de Huelva me dedicaba a visitar aquellos lugares "impregnados" de Historia Antigua, donde todavía se palpa o se vive el espíritu de las civilizaciones o pueblos que nos precedieron. Tal vez soy demasiado impresionable o autosugestionable, pero en todos esos lugares siento "algo" que "todavía está ahí".

A 40 kílómetros al sur de Huelva y otros tantos de Río Tinto, esa zona "marciana" en suelo español, encontré un pueblo llamado Tharsis, cuyo nombre es muy similar al Tarshish bíblico, donde existen minas de plata que son explotadas desde la más remota antiguedad.

Pero no creo que fuese en ese lugar, ni tampoco en el propio Río Tinto donde se hallase Tartessos, pues éstas eran zonas dedicadas exclusivamente a las labores mineras, aunque llama poderosamente mi atención el hallazgo de esas doscientas esculturas en el Llano de los Tesoros, en el propio Rio Tinto, donde en 1974 una empresa localizó un pasadizo o cueva sellada, donde se encontraron esas estatuas, que reflejan todas las razas existentes en el planeta, incluso grupos de homínidos y unos seres "¿extraterrestres? ", que reproducen los clásicos humanoides "grises" de nuestros relatos ufológicos.

Varias Universidades (Granada y Córdoba), han confirmado y certificado la absoluta aútenticidad y antiguedad de esas piezas, (por lo que no procede la eterna y estúpida polémica entre escépticos y buscadores de misterios), que han sido trasladadas y depositas en el Museo La Posada del Moro, en Torrecampo de Córdoba. y que si se hablase sobre éllas y se estudiasen a fondo podrían cambiar la Historia de la Humanidad. Ahí están, depositadas y como "olvidadas", para que no incordien. Tienen unos 11.000 años de antiguedad.

Para los partidarios de la situación de Tartessos en Hispalis, la actual Sevilla, si tuviesen razón habría que concluir que jamás se hallarían sus restos, al hallarse bajo la capital hispalense.

Yo soy partidario de buscarla en los Pinares de la Algaida, en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, donde algunos de los buscadores también creen que sería un lugar muy probable de ubicación.

Obviamente, cuanto yo opine sobre ésto poco importa, pues no soy más que un aficcionado y no un especialista, pero espero que alguien, cualificado, halle la verdad, suponiendo, claro está, que la busque o esté interesado en que se halle.

Tal vez la capital no aparezca, pero Tartessos, o Atlántida, como queramos llamarla, está por estos lares.

Ya hemos hablado de que algunos estudiosos de estos temas adjudican el origen de ciertos lugares y monumentos, convencionalmente atribuidos a otros pueblos o civilizaciones, a los atlantes, como el acueducto de la ciudad de Segovia, (Segóbriga), que en vox pópuli también se dice que es un monumento pre-romano, ante el escándalo y las protestas de los arqueólogos e hitoriadores que atribuyen a los conquistadores romanos esa construcción.

Se aduce, por parte de los atlantólogos, que la guarnición existente en ese lugar era excesivamente pequeña, casi testimonial, como para merecer semejante obra arquitectónica, a menos que fuese por motivos de estrategia, para abastecer de agua a esta guarnición mediante este acueducto, e incluso datan las piedras en varios miles de años antes de la llegada de los romanos a Iberia.

El ingeniero D. Carlos Fernández, encargado de la restauración y mantenimiento de esta obra que se considera como una de las más impresionantes de España, atribuye su construcción al emperador Claudio a mediados del siglo I d.C. y lo relaciona con el acueducto de Roma Aqua Caudia, pero la mayoría piensan que a Claudio le importaba muy poco Iberia y se inclinan más bien por la autoría del emperador Trajano, de quien se dice que pudo haber sido segoviano.

La enorme antiguedad que Montexano y otros atlantólogos atribuyen al acueducto vendría dada por la cantidad de cambios físicos, biológicos y químicos, (que los especialistas llaman meteorización y diagénesis) que se notan en las junturas de los bloques, que se convierten así en algo contínuo, perdiéndose las líneas de unión.

El acueducto es una imponente construcción que despierta el asombro y la admiración de quien lo visita, con sus piedras unidas sin necesidad de argamasa, y con unas medidas de 728 mts. de largo por 28,90 mts. En Segovia habitaba al principio un pueblo de pastores y guerreros, llamados vacceas, que se unieron a los romanos pacíficamente, aunque dice, (lo dice la leyenda), que fue Hércules quien construyó esta ciudad allá por el año de 1706 a.C.

Estos vacceas era uno de los pueblos más cultos y desarrollados de los que ocupaban la Iberia antes de la llegada de los romanos, y allí donde se asentaban creaban auténticas ciudades estado.

Los partidarios de la teoría de la Atlántida defienden también el origen atlante de la Dama de Elche, encontrada en una zona del Mediterráneo donde existía una adoración sistemática a los bosques, a los menhires y a la Diosa, (después Virgen), o Dama. En 1890 se encontró la Dama de Elche, que algunos relacionan con la Dama de Baza, que representan, según afirman a la diosa Anna, sincretización de Isis, (Anna, Danna, ¿Doñana?). Los adoradores de esta Dama son los Tuatha de Danán, herederos directos de los atlantes.

En fin, que tenemos situada la Atlántida en lo que es hoy el territorio español, y Portugal, y son muchos los estudiosos que identifican a Tartessos con la Atlántida.

Sólo nos queda localizar su capital, que yo creo que no se localizará nunca, toda vez que han sido muchas las catástrofes naturales en la zona del Sur de la Península Ibérica, que han modificado la configuración de la costa.

Lo que parece claro es que no debemos identificar a esta civilización con una tan tecnificada o más aún que la nuestra actual, entrando de lleno en la Ciencia Ficción, tal y como se viene haciendo con mucha frecuencia, pero que no responde más que a la fantasía, sino con una cultura propia de la Edad de Bronce, si bien Tartessos o Atlántida evolucionaron mucho culturalmente.

En todo ésto hay mucho de fantasía y mucho de realidad. Lo difícil es separar una de la otra, aunque tal vez no debemos renunciar a tener esa fantasía.

Articulo enviado por Ángel Rodríguez, moderador, miembro y colaborador del Blog y grupo Universo Prohibido.

Fuentes: Timeo, de Platón.

Otras fuentes: 1, 2, 3, 4.

02 diciembre 2008

LAS ECM (Experiencias Cercanas A La Muerte).

Las experiencias cercanas a la muerte o ECM (en inglés, near-death experiences, NDEs) son supuestas percepciones del entorno narradas por personas que han estado a punto de morir o que han pasado por una muerte clínica y han sobrevivido. Hay numerosos testimonios, sobre todo desde el desarrollo de las técnicas de resucitación cardiaca, y según algunas estadísticas, podrían suceder aproximadamente a una de cada cinco personas que superan una muerte clínica,Para algunas personas, la existencia de las ECM implicaría que cada ser humano está formado por un cuerpo físico y un ente inmaterial, y una conciencia o "alma" (tal y como afirman muchas religiones).. En cambio, algunos científicos opinan que estos fenómenos pueden explicarse como meras alucinaciones del propio cerebro.

Por otra parte, y en contraposición a lo que la ciencia creía hasta ahora, recientes investigaciones en el campo médico indican que las ECM no pueden explicarse como alucinaciones. Estos estudios sugieren que, de alguna forma distinta, la mente y conciencia pueden seguir activas después de que el cerebro haya dejado de funcionar,

Parámetros e interpretación de las ECM

¿Con cuánta frecuencia ocurre la experiencia? De cada cien personas, por ejemplo, que han estado clínicamente muertos, ¿cuántos de ellos suelen relatar posteriormente haber atravesado una ECM?

Las primeras investigaciones realizadas en este sentido sugerían que la cifra podría aproximarse al cuarenta por ciento (Ring, 1980; Sabom, 1982) y estas estimaciones se vieron confirmadas posteriormente por los resultados de una encuesta llevada a cabo por el Instituto Gallup (Gallup, 1982). Aunque la mayoría de las personas que han atravesado una experiencia cercana a la muerte no suelen recordar nada, lo cierto, sin embargo, es que los relatos de quienes sostienen haber permanecido conscientes de la experiencia son muy similares a la ECM prototípica que acabamos de describir. Existe también un número menor de personas que relatan experiencias muy particulares que parecen tener, por lo general, un carácter alucinatorio. Hay que señalar también, por último, a un pequeño porcentaje de individuos que afirman haber atravesado una experiencia negativa.

Otra cuestión que suele plantearse con cierta frecuencia consiste en determinar en qué medida la forma en la que se accede a la experiencia puede determinar su desarrollo. En términos generales, la respuesta es que, con independencia del modo en que la persona acceda a la ECM, una vez que ésta comienza a desarrollarse sigue invariablemente la pauta esencial que hemos descrito. Por otra parte, la investigación de los relatos sobre experiencias cercanas a la muerte referidas por suicidas también suelen acomodarse
al mismo prototipo.

Así pues, las variables situacionales no parecen influir significativamente en el curso de la experiencia , pero ¿acaso podemos decir lo mismo con respecto a las características personales?, o dicho de otro modo: ¿existen personas que se hallen más predispuestas a este tipo de experiencias debido al medio social en el que han crecido, a su personalidad, a sus creencias o incluso a un conocimiento previo de las ECM? Una vez más, los datos proporcionados por la investigación son suficientemente explícitos al respecto, ya que nos permiten concluir, sin ningún género de dudas, que los factores sociales e individuales parecen tener muy poca incidencia sobre el desarrollo de la ECM. En este sentido, las variables demográficas, el sexo, la raza, la clase social y la educación, por ejemplo, no parecen estar relacionadas con la incidencia y con el desarrollo de la ECM.

En el mismo sentido, podemos afirmar también que no parece existir un tipo particular de persona, es decir, que no existen cualidades psicológicas particulares que predispongan hacia la ECM. Así pues, los ateos y los agnósticos no son menos proclives a referir experiencias cercanas a la muerte que las personas religiosas, aunque las interpretaciones que aporten ambos grupos sobre la experiencia difieran, obviamente, entre sí. Por último, tampoco podemos afirmar que el conocimiento previo de este tipo de experiencias aumente la probabilidad de su ocurrencia.

Con respecto a la cuestión crucial de la universalidad de la ECM, nos vemos obligados a admitir que, lamentablemente, todavía existen muchas lagunas en este sentido. No obstante, parece que, a pesar de mostrar un cierto grado de variabilidad intercultural, las ECM presentan ciertas constantes universales (como la experiencia extra corporal, el pasaje a través del reino de la oscuridad hacia una zona iluminada por una luz brillante y el encuentro con seres «celestiales»).

Veamos, por último, el tema de la interpretación de la ECM. En este campo existe una verdadera plétora de teorías que muestran escasas coincidencias. Todas las interpretaciones, sin embargo, pueden agruparse en tres grandes categorías - y algunas de ellas no están circunscritas a un solo grupo - a las que denominaremos la teoría biológica, la teoría psicológica y la teoría trascendental.

La interpretación biológica tiende a ser reduccionista y contraria a la supervivencia después de la muerte mientras que las interpretaciones trascendentalistas, por su parte, suelen ser empíricamente no demostrables y se inclinan abiertamente en favor de la supervivencia post mortem. Obviamente, las interpretaciones psicológicas tienden, en muchos sentidos, a adoptar una posición intermedia entre las otras dos.

Tras una década de investigaciones en este campo, todavía no hemos podido formular una interpretación general que goce de una aceptación consensual. Por otra parte, tal como he tratado de demostrar recientemente (Ring, 1984), los problemas que suscita la interpretación son mucho más complejos de lo que la mayor parte de los teóricos parecen haber advertido.

El significado fundamental de la ECM no radica tanto en la fenomenología que se despliega durante la experiencia ni en las pautas que pueda adoptar como en sus efectos transformadores posteriores. Son precisamente estos efectos los que nos permiten vincular las ECM con ciertas tendencias evolutivas a
gran escala que parecen impeler a la humanidad hacia el siguiente estadio de su desarrollo colectivo. Pero para poder comprender adecuadamente la naturaleza de este vínculo convendrá explorar previamente el tipo de transformaciones que tienen lugar en la vida, la conducta y el carácter de quienes han atravesado una experiencia cercana a la muerte.

Los efectos transformadores de las ECM

El estudio de las experiencias cercanas a la muerte se ha centrado recientemente en los efectos posteriores de la ECM y nos ha revelado la existencia de una serie de consecuencias muy interesantes. En primer lugar, del mismo modo que la ECM parece ceñirse a una determinada pauta, los efectos que produce también parecen ajustarse a un determinado modelo.

En segundo lugar, las pautas de ese cambio tienden a ser tan positivas y tan concretas que es posible interpretarlo como el signo de un despertar generalizado de las capacidades potenciales superiores del ser humano. Para disponer de una sólida base de trabajo que nos permita apreciar mejor el posible sentido evolutivo de la ECM, comenzaremos revisando previamente los descubrimientos con los que he tropezado a lo largo de mi propia investigación (Ring, 1984).

Esta investigación analiza tres grandes categorías de efectos posteriores:


1) cambios en la imagen de uno mismo y en los valores personales;

2) cambios en la orientación religiosa o espiritual,

3), por último, cambios producidos en el ámbito psíquico.

Pero ¿cuál es, en definitiva, el retrato psicológico que podemos extraer de este estudio?

En primer lugar, en lo que respecta al dominio de los valores personales, la persona suele regresar de la experiencia con un mayor respeto por la vida, lo cual no sólo supone un aumento en su capacidad para percibir la belleza intrínseca de la vida sino también una acusada tendencia a permanecer atentos al momento presente. Simultáneamente, la preocupación por los sufrimientos y las dificultades del pasado y el temor hacia lo que nos deparará el futuro tienden también a disminuir. Como resultado de todo ello, quienes han atravesado una ECM suelen ser más capaces de vivir de un modo más pleno en el aquí y el ahora, desarrollando de manera natural una cierta frescura perceptiva, y ven fortalecida su atención hacia el entorno.

 

Estos sujetos también demuestran tener un mayor respeto por sí mismos en el sentido de que aumenta su autoestima. No estamos hablando, claro está, de que sean presas de ningún tipo de inflación egóica sino tan sólo que se muestran más capaces de aceptarse a sí mismos tal como son. En ocasiones, la persona atribuye este aumento de la autoestima a la tremenda sensación de afirmación que recibieron «de la Luz».

Quizás uno de los cambios más evidentes que acompaña a una experiencia cercana a la muerte sea el aumento de la preocupación por el bienestar del prójimo. Éste es un tema muy amplio e importante que presenta diferentes aspectos. Aquí resumiremos tan sólo algunas de sus facetas más importantes: una mayor tolerancia, una mayor paciencia y una mayor compasión hacia los demás y, especialmente, un aumento en su capacidad para expresar amor. Por consiguiente, después de atravesar una ECM, la persona se muestra proclive a subrayar la importancia del amor como un valor esencial de la vida; además, también parecen sentir el deseo de ayudar a los demás y demuestran tener, en suma, una mayor comprensión de los problemas humanos y una intuición más profunda de sus necesidades.

Por último, estos sujetos también presentan una aceptación incondicional hacia los demás, posiblemente porque pueden aceptarse a sí mismos de igual modo. Podríamos resumir todos estos cambios - que quizás no sean más que una manifestación del aumento de su capacidad de valoración general - diciendo que quienes han atravesado una experiencia cercana a la muerte muestran un mayor respeto hacia los demás.

Paralelamente, otro tipo de valores tienden, sin embargo, a declinar como ocurre, por ejemplo, con la importancia concedida a los asuntos materiales, el éxito personal y la necesidad de causar una buena impresión en los demás. Así pues, en términos generales, podríamos decir que las ECM tienden a intensificar los valores humanos en detrimento de la preocupación por el éxito material.

Estas personas muestran también una comprensión más profunda de la vida, especialmente en lo que respecta a sus facetas religiosas o espirituales. Por consiguiente, tienden a interesarse en su propio
autoconocimiento y parecen más proclives a participar en organizaciones, a leer y a comprometerse en actividades que apuntan hacia ese objetivo.

Las referencias que nos proporcionan los amigos íntimos y los familiares de estas personas tienden a corroborar la realidad de los cambios de conducta que experimentan.

No debe, pues, sorprendernos en absoluto que, en el terreno de la religión y la espiritualidad, también tengan lugar cambios de importancia. Por lo general, sin embargo, estos cambios tienden a seguir una pauta que bien podríamos calificar de universalista. Para definir esta orientación universalista será útil que analicemos, aunque sólo sea de un modo somero, los diferentes elementos que contribuyen a configurar el modelo espiritual a que se atiene la visión del mundo de quienes han experimentado una crisis de aproximación a la muerte.

En primer lugar, existe una tendencia a que el individuo se perciba a sí mismo de un modo más espiritual, aunque no por ello necesariamente más religioso. Ello significa que, si bien han experimentado un profundo cambio interior en su consciencia espiritual, este cambio no les conduce necesariamente a adoptar una conducta externa más religiosa. Suelen afirmar, por ejemplo, que se sienten más cerca de Dios que antes, pero los aspectos formales y externos del culto religioso parecen tener para ellos poca importancia.

Así mismo, también muestran una inclinación a creer de manera incondicional no sólo en que «la vida después de la muerte» es accesible a todas las personas sino que también suelen subrayar especialmente la convicción de que ésta no es una especie de vaga existencia post mortem, ya que en el momento de la muerte «la Luz» estará esperándonos a todos independientemente de nuestras creencias al respecto. Asimismo, estas personas también expresan una cierta propensión hacia las creencias reencarnacionistas.

Por último, después de atravesar una experiencia cercana a la muerte, las personas se muestran más abiertas hacia la noción que los estudiantes de las religiones comparadas conocen como «unidad trascendente de todas las religiones», la idea de que las grandes tradiciones religiosas del mundo entero comparten la misma visión trascendente de lo divino.

Mis propias investigaciones - así como las de otros colegas (Greyson, 1983; Kohr, 1983)- tienden a corroborar la hipótesis de que las ECM parecen también desarrollar la sensibilidad psíquica del individuo. Así, quienes han atravesado una ECM afirman tener más experiencias telepáticas y clarividentes, más experiencias precognitivas (especialmente en los sueños), una mayor consciencia de las sincronicidades, más experiencias extracorporales y, en general, una mayor sensibilidad hacia lo que los parapsicólogos denominan «estados de consciencia inductores de "psi" (es decir, estados psicológicos que parecen favorecer la aparición de fenómenos psíquicos).


Después de haber revisado esquemáticamente cuáles son los principales efectos posteriores de las experiencias cercanas a la muerte, tendremos que disponer de un contexto coherente que nos sirva para organizarlas. Creo que es posible - e incluso plausible – afirmar que las experiencias cercanas a la muerte desempeñan un papel fundamental como catalizadores del desarrollo personal. En especial, parece que las ECM sirven para promover el despertar y el crecimiento espiritual del individuo debido a su poder para impulsar a la persona a un estado trascendente de conciencia cuyo impacto sobre la mente del individuo es capaz de activar una especie de «programador interno» universal de los potenciales superiores del ser humano. En cada uno de nosotros parece existir un núcleo espiritual latente que sólo puede manifestarse mediante un estímulo lo suficientemente poderoso. Las experiencias cercanas a la muerte tienden, ciertamente, a propiciar una transformación espiritual radical en la vida del individuo que afecta a su propia imagen, a sus relaciones con los demás, a su visión del mundo y de la vida y también a su funcionamiento psíquico y psicológico. Pero ¿acaso todos estos cambios - por más profundos que puedan ser - tienen alguna incidencia en la evolución del ser humano y en la transformación del planeta?.

Implicaciones de las ECM con respecto a la evolución del ser humano y la transformación Planetaria,hay muchas Teorías y bueno muchos son los médicos que también estudian y investigan sobre que hay de cierto o no en las ECM,lo que si es cierto es que hay muchos testimonios que así lo afirman que son verdad,pero que aun quedan muchos misterios a su alrededor,Pero no todo es dicha en este mundo, y se ve que tampoco en el otro. Al cabo de unos instantes observa como delante de él se sitúa una especie de pantalla panorámica y, en cuestión de décimas de segundo, toda su vida recién terminada pasa ante sus ojos. Y no precisamente en modo resumido; toda su vida al completo, incluyendo hasta los detalles más banales, pequeños y olvidados.

En esos momentos, la persona siente como si él mismo estuviese juzgando de alguna manera sus propios actos, y se da cuenta además de que otorga mucha menos importancia a las acciones que en vida consideraba dignas de premio y de que, por el contrario, se fija más en todo aquello que hubiese preferido no revisar. De todos modos no se siente observado y reprobado; se trata más bien de una sensación de autoexámen interior para ayudarle a sacar unas conclusiones sobre su existencia anterior.

La pantalla se retira y vuelve a encontrarse rodeado de esa luz que se extiende hasta el infinito. Llega un momento en el que siente la presencia de una gran energía, de algo superior a él, que le observa amorosamente y con quien quiere comunicarse, pero justo cuando se dispone a hacerlo o ha empezado, nota de nuevo una fuerza parecida a la que le había llevado allí y que le arrastra suavemente hacia atrás.

La persona intenta luchar de algún modo contra aquella atracción que intenta sacarle de aquel maravilloso paraíso de amor, pero todo es en vano. La fuerza que tira de él le lleva de nuevo hacia el túnel por el que vino y el viaje de retorno comienza. El sujeto de la experiencia se siente desolado, porque empieza a comprender lo que sucede: no puede quedarse porque parece ser que no ha llegado su momento, que ha habido algún error y que su vida debe continuar en la Tierra.

Testimonios:

GRIGORIEVICH RODONAIA

El georgiano Grigorievich Rodonaia fue atropellado y dado de por muerto. Lo llevaron a la morgue, en donde permaneció hasta que se le practicara la autopsia. Tres días después cuando el forense comenzó a trabajar con el escapelo, Rodonaia abrió los ojos. El médico los cerró y continuo su trabajo, pero los párpados se abrieron nuevamente. Rodonaia estaba vivo. Sin dudas es un hecho sorprendente, pero no tanto como la historia que relató más tarde la víctima. Mientras estuvo "muerto" fue arrastrado a un mundo de luz sin leyes físicas. Viajaba alrededor del mundo y a través del tiempo, veía a través de las paredes y leía la mente de las personas.

ELSA BALLESTEROS :

El 15 de mayo de 1971, ingresa a la clínica San Blas de Caracas, víctima de un accidente automovilístico, la joven Elsa Ballestero de 21 años, la misma se encontraba en un cuadro realmente delicado, fracturas de cráneo, clavícula y en tres partes el fémur, inmediatamente fue sometida a una intervención quirúrgica. A los diez minutos de comenzada la operación, sufre un paro cardiorrespiratorio que le produce la muerte, los médicos intentan por todos los medios posibles hacerla reaccionar con masajes directos al corazón y respiración boca a boca.

Este esfuerzo extremo, que dura 2 minutos da sus frutos, recuperan a la joven que finalmente fue operada con bastante éxito. Una semana después de ocurrido el accidente, Elsa recupera el conocimiento y muestra síntomas de mejoría, pasan los días y recupera el habla. Una semana después pide hablar con él médico que la atendió en el quirófano para contarle algo que no podía sacarse de su cabeza.

Elsa comento al médico que un momento dado comenzó a sentirse muy aliviada de los dolores del cuerpo, hasta llegar al punto de sentir placer, en ese momento vio al equipo de médicos atendiendo a un cuerpo realmente lastimado; describió exactamente como estaban vestidos en el quirófano y el número de médicos y enfermeros que llegaba a ocho; de pronto y como si fuera una película en blanco y negro paso a gran velocidad lo que le pareció, fueron los momentos más alegres de su vida; cuenta Elsa que hasta ese entonces no entendía nada, luego de esto pudo ver a lo lejos una luz muy potente junto al sonido de algo que parecía música pero que no podía describir, la única intención era la de ir hacia ella, "era como si un gran imán me empujara hacia ella".

Pero al estar apunto de tocarla, una horrible sensación de tristeza y melancolía la rodeo y pudo ver que la persona que estaba siendo atendida en el quirófano era ella, comenzó a sentir nuevamente un dolor intenso y gran desesperación. Eso fue lo último que recuerda de ese momento.

Elsa Ballesteros, se recupero tras un año de rehabilitación y cuidados, siempre recordó el incidente hasta su muerte el 15 de mayo de 1989, justo la misma fecha de su accidente 18 años después.

Fuente: Aquí.

Otras: 1, 2, 3.

Articulo realizado y enviado por Laura López, miembro de Universo Prohibido.

 

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