Gigantescas cuerdas magnéticas entre el Sol y la Tierra
La atmósfera de nuestro planeta está conectada al Sol por gigantescas cuerdas magnéticas, a lo largo de las cuales se transmite la energía que alimenta las tormentas y las auroras.
La alta atmósfera de nuestro planeta está conectada directamente al Sol por gigantescas cuerdas magnéticas, a lo largo de las cuales se transmite la energía que alimenta las tormentas magnéticas y las auroras boreales.
Lanzados hace ocho meses, los cinco satélites de la constelación Themis (Time History of Events and Macroscale Interactions during Substorms) confirman una hipótesis emitida hace ya un tiempo. Hasta ahora no había podido ser verificada ya que hay que combinar las observaciones de varios satélites para dar una imagen tridimensional de tal estructura.
La serie de observaciones se inició el 23 de marzo de 2007 cuando una tormenta magnética estalló por encima de Alaska, produciendo auroras particularmente vivas durante más de dos horas y media. Mientras que una red de cámaras automáticas fotografiaban el acontecimiento desde el suelo, los cinco satélites Themis medían los correspondientes flujos de partículas.
"La tormenta magnética se comportó de un modo completamente imprevisible", declara Vassilis Angelopoulos, responsable de la misión en la Universidad de California (Los Angeles). "Las auroras aumentaron en intensidad al oeste dos veces más rápidamente que lo habríamos considerado posible, atravesando 15 grados de longitud en menos de un minuto. La tormenta atravesó un huso entero en 60 segundos."
Las imágenes tomadas desde el suelo así como por el satélite Polar de la Nasa (que participa en el programa Themis), mostraron una serie de pulsos que se sucedieron durante 10 minutos aproximadamente. El equipo de Angelopoulos quedó impresionado por el acontecimiento, cuya energía total desplegada durante estas dos horas ha sido de quinientos mil millones de julios, un valor fenomenal que corresponde a la energía liberada durante un seísmo de 5,5 grados en la escala de Richter.
"Los satélites pusieron así en evidencia la existencia de cuerdas magnéticas que conectaba las capas superiores de la atmósfera terrestre con el Sol", declara David Sibeck, uno de los científicos del proyecto Themis en el Centro de Vuelo Goddard de la Nasa. "Consideramos que las partículas de viento solar circulan a lo largo de estas cuerdas, alimentando la energía de las tormentas magnéticas y de las auroras".
Una cuerda magnética es una maraña de campos magnéticos entrelazados como una cuerda de cáñamo. Estas estructuras aparecen y se desenredan luego en algunos minutos, pero esta existencia furtiva es suficiente para canalizar una cantidad de energía fenomenal.
La primera cuerda magnética ha sido observada realmente por Themis el 20 de mayo de 2007 en la magnetopausa, a 70.000 kilómetros de la Tierra. A esta altitud, el viento solar tropieza con el campo magnético terrestre, creando un punto de equilibrio pero también tensiones muy grandes, como dos luchadores de Sumo de una fuerza equivalente y que se apoyan el uno con el otro. Según Sibeck, la cuerda se formó y se desenredó luego en algunos minutos, proporcionando un breve pero importante conducto para la energía eólica solar.
Themis también observó una serie de pequeñas explosiones a la altura de la onda de choque situada por delante de la Tierra. "Es en el lugar en el que el viento solar entra en un primer contacto con el campo magnético terrestre, y algunas veces una brusca descarga golpea esta zona, lo que provoca una explosión", anuncia Sibeck.
Situados en órbita ecuatorial y espaciados según una alineación radial sobre distancias de 8 o 30 radios terrestres, los cinco satélites Themis están equipados principalmente con instrumentos destinados a detectar iones, electrones así como la radiación electromagnética en el espacio circumterrestre. El objetivo principal del proyecto es identificar el lugar del desencadenamiento y la naturaleza del proceso macroscópico (reconexión o interrupción del recorrido), responsable de las tormentas magnéticas, y estudiar las relaciones de causalidad. Igualmente, el acoplamiento ionosfera/magnetosfera es estudiado con el apoyo de medios de observación desde el suelo.
Esta misión, con una duración prevista de dos años, está coordinada por un equipo de la Universidad de Berkeley (California).
Fuente: Aqui.
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